La segunda oportunidad




Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente; camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar, la cual no me gusto mucho que digamos y tengo que comer la comida que no me gusta.
Voy a entrar al baño y mi hija de apenas año y medio no me deja porque quiere jugar conmigo, no entiende que estoy cansado y quiero entrar al baño. Después tomo mi revista para leerla plácidamente en mi sillón y mi hija nuevamente quiere jugar y que la arrulle entre mis brazos; yo quiero leer mi revista y sale mi esposa con su “¿que tal me veo? me arregle para ti” le digo que “bien”, sin despegar mis ojos de la revista, para variar, se enoja conmigo porque dice que no la comprendo y que nunca la escucho.
No sé porqué se enoja si le pongo toda mi atención, es más, aún viendo la TV le pongo atención, bueno siempre y cuando haya malos comerciales. A veces quisiera estar solo y no escuchar nada, yo sólo quiero descansar; suficientes problemas tengo en el trabajo para escuchar los de mi casa. Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa hija, padre, me vuelven loco.¡Quiero paz! Lo único bueno es el sueño; al cerrar mis ojos siento un gran alivio por olvidarme de todo y de todos.
-¡Hola! vengo por ti
-¿Quién eres tú? ¿cómo entraste?
-Me mando Dios por ti, dice que escuchó tus quejas y tienes razón es hora de descansar.
-Eso no es posible, para eso tendría que estar...
-Así es, si lo estás, ya no te preocuparás por ver a las mismas gente, ni por caminar, ni por aguantará tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste, es más jamás escucharás los consejos de tu padre.
-Pero ...¿qué va pasar con todo, con mi trabajo?
-No te preocupes, en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y, por cierto está muy feliz porque no tenía trabajo.
-¿Y mi esposa y mi bebé?
-A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades que tú nunca observaste en ella, y acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada, porque gracias a Dios y a ella, tiene algo que llevarse a la boca todos los días, a diferencia de otras personas que no tienen nada que comer y pasan hambre durante varios meses, y además se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera suya, y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, le dedica tiempo para jugar con ella, son muy felices.
-No , no puedo estar muerto.
-Lo siento, la decisión ya fue tomada.
-Pero eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi bebé, ni a decirle “te amo” a mi esposa, ya no veré a mis amigos para decirles lo mucho que los aprecio, ni darle un abrazo a mi padre; ya no volveré a vivir, ya no existiré más. Me enterrarán en el panteón y ahí se quedará mi cuerpo cubierto de tierra. Nunca más volveré a escuchar las palabras que me decían: “hey amigo, eres el mejor”; “hermano mío, qué bueno que viniste a mi casa” , “papito”...
-No, no quiero morir todavía...
-Pero es lo que querías, descansar...ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para siempre.
-No, no quiero, no quiero, por favor Dios ...!!!
-¿Que te pasa, amor? , ¿tienes una pesadilla ? dijo mi esposa despertándome.
-No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creó ¿Sabes? estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo puedes disfrutarlo todo. Una vez cerrando tus ojos, nadie te garantiza volver a abrirlos. ¡Que bello es vivir! Hoy lo logré, mañana... mañana, Dios dirá.